Me levanto a las 7 de la mañana, Emilio como siempre, o casi, se queda en la cama. Me alcanzara despues. Salgo del pueblo por el mismo puente de la llegada y comienso a pasar mojones. Estan a 500 metros unos de otros y como puedes controlar facilmente la velocidad, te vas picando y queriendolos pasar cada vez mas rapido. Asi voy muy rapido y de vez en cuando me tengo que parar con cualquier excusa y una de ellas fue el ver el cruceiro de Lameiros en Ligonde. Que bonito. Alli coincidi con una pareja hippie, a la antigua, de los de flores en el pelo. Echamos un buen rato de charla. Despues alcance a una madre con su hija, a las que se le pego un perro y no se lo podian quitar de encima. Tuve que emplearme a fondo para que se fuera. Luego coindicimos en Melide, comiendo pulpo. Al rato nos pararon un par de misioneros americanos, con pinta de mormones, pero catolicos, que nos invitaron a desayunar en un tenderete en el que servia a todos los peregrinos un buen cafe y un ratico de charla amigable. Y alli coincidimos con una pareja que, segun nos dijeron, se habian casado un dia antes, en un pueblo del Camino, sin decirselo a nadie. No se si seria verdad, pero asi nos lo contaron. Al poco de cruzar Palas de Rei vimos por primera vez a uno de los vascos, tirado todo lo largo que era, a la vera del camino, agotado, echo polvo de cansado. A los otros no los vimos.Al pasar por un aldeucha veo una tienda y entro a comprar pan. La abuela me saca una barra de pan de antes de la guerra. Mas dura que un ripio y la tia empeñada en que estaba tierna , en que me vi de dejarle la barra alli. Que tia mas malafolla. El paisaje, poco a poco se va urbanizando, dejando atras la Galicia mas profunda. Se ven y se huelen cada vez menos las vacas, los pueblos y aldeas presentan cada vez mejor aspecto. Melide es un buen ejemplo. Buen pueblo, grande y precioso, con una gran plaza y una iglesia parroquial que visitamos acompañados por un coro ensayando y una pequeña iglesia romanica que es una maravilla. Pero lo mejor que tiene es un gran numero de pulperias. Un pueblo del interior famoso por el pulpo y entre ellas sin duda, destaca, y la destaca la guia. la del Ezequiel. De lujo. Si pasais por Melide no dejeis de probar el pulpo. Yo, cada vez que voy a Galicia voy a Melide y ya he ido expresamente desde Santiago tres veces y he hecho mas de 100 kilometros por tomarme un par de raciones de pulpo y de saludar a la señora que lo hace a quien Santiago conceda larguisima vida.
El albergue, grande y destartalado, esta bien, pero el agua de las duchas sale fria. Hay mucha gente, entre los que me encuentro a dos paisanos, uno de Jaen y otro de Beas de Segura. Venian desde Ponferrada donde habian dejado el coche. Llevaban un mochilon supercargado, espectacularmente y claro las estaban pasando canutas. Llegamos juntos a Santiago. Descanso un rato y salimos por el pueblo, compro pilas para el transistor (Me lleve para el Camino un pequeño transistor con auriculares que me permitio estar bien informado aquellos dias y sobretodo recuerdo las etapas del Giro en la hora del descanso de la siesta en los albergues. Teoricamente lo consideraba como un adminiculo que te impedia vivir el Camino intensamente, como el movil, que te impedia aislarte y conocerte a ti mismo y pensar en ti y en tus circustancias, pero al final saque la conclusion de que no es malo llevar ambos aparatos. Me alegre de llevarkarlos). Nos tomamos unas cervezas, dos jarras inmensas y cenamos, como no, en el Ezequiel donde nos juntamos 15 o 20 y nos pusimos como el Quico de pulpo, lacon con grelos y empanada y vino del Ribeiro, en unas mesas largas, comunitarias que ayudaban a crear un ambiente fenomenal. Que buen rato echamos y que recuerdos imborrables. Recuerdos que, vuelvo a repetir, procuro actualizar siempre que voy a Galicia. Despues y para rematar la jugada nos tomamos un par de cubatas viendo un Bilbao-Barcelona 1-3 , y nos dieron las 11 de la noche. Un poco mas y nos cierran el albergue. Rapidamente a la cama, que los 39,3 kilometros, las cervezas, el ribeiro y los cubatas nos pedian a gritos una satisfaccion.
El albergue, grande y destartalado, esta bien, pero el agua de las duchas sale fria. Hay mucha gente, entre los que me encuentro a dos paisanos, uno de Jaen y otro de Beas de Segura. Venian desde Ponferrada donde habian dejado el coche. Llevaban un mochilon supercargado, espectacularmente y claro las estaban pasando canutas. Llegamos juntos a Santiago. Descanso un rato y salimos por el pueblo, compro pilas para el transistor (Me lleve para el Camino un pequeño transistor con auriculares que me permitio estar bien informado aquellos dias y sobretodo recuerdo las etapas del Giro en la hora del descanso de la siesta en los albergues. Teoricamente lo consideraba como un adminiculo que te impedia vivir el Camino intensamente, como el movil, que te impedia aislarte y conocerte a ti mismo y pensar en ti y en tus circustancias, pero al final saque la conclusion de que no es malo llevar ambos aparatos. Me alegre de llevarkarlos). Nos tomamos unas cervezas, dos jarras inmensas y cenamos, como no, en el Ezequiel donde nos juntamos 15 o 20 y nos pusimos como el Quico de pulpo, lacon con grelos y empanada y vino del Ribeiro, en unas mesas largas, comunitarias que ayudaban a crear un ambiente fenomenal. Que buen rato echamos y que recuerdos imborrables. Recuerdos que, vuelvo a repetir, procuro actualizar siempre que voy a Galicia. Despues y para rematar la jugada nos tomamos un par de cubatas viendo un Bilbao-Barcelona 1-3 , y nos dieron las 11 de la noche. Un poco mas y nos cierran el albergue. Rapidamente a la cama, que los 39,3 kilometros, las cervezas, el ribeiro y los cubatas nos pedian a gritos una satisfaccion.
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