La misa del peregrino, que se celebra todos los dias de los Años Santos, era a las 12. Emilio y yo decidimos irnos una hora y media antes, para coger buen sitio y efectivamente, alli estabamos esperando impacientes el comienzo de la misa. La ceremonia fue emocionante, impresionante, con toda la parafernalia que la Iglesia sabe ponerle a estas cosas. Hasta el botafumeiro colaboro a esa brillantez. El momento culminante fue cuando dijeron nuestros nombres: Francisco Vasco, de Baños de la Encina Jaen, que viene desde Roncesvalles. Emocionante. No comulgue. No consegui el jubileo. Una de las condiciones para conseguirlo es confesar a la llegada a Santiago y a mi se me planteo un problema moral, en el que estuve pensando durante todo el camino. No, no creo en la confesion de los pecados, ni en el jubileo. Estuve tentado de hacer el papel y confesarme.. por si acaso. Pero al final pudieron mas mis convicciones morales y decidi no confesarme. No me arrepiento en absoluta, ni empaña para nada lo conseguido en el Camino.
Tras la misa y el abrazo a Santiago, que si considere necesario e incluso emocionante hacerlo (ya sabeis mi relacion, mi colegueo con el) salimos a la plaza del Obradoiro a encontrarnos con los amigos con los que habiamos compartido alguna etapa. Por ejemplo con la alemana de Fromista que iba con un grupo de compatriotas y que me dio un abrazo desenfadado y sincero, las madrileñas, los paisanos de Jaen y con Emilio, mi buen amigo Emilio, mi compañero de la ultima parte del Camino. Y con por las calles de Santiago, senti un no se que, algo que me lleva a meterme por otra calle y al momento aparece Miguel, el catalan con el que sali de Roncesvalles. Acababa de llegar a Santiago, sudoroso, agotado. Lo ha pasado muy mal estas ultimas etapas incluso llega con unos dedos de los pies necrosados. Pero miralo, con 60 años ha llegado un dia despues que yo. Nos dimos un abrazo largo, emocionante, como pidiendonos perdon por nuestra discusion. Creo, estoy convencido que Santiago quiso que nos vieramos alli, en su casa, que nos dijeramos adios sin una pizca de rencor. Y lo consiguio.
El resto del dia fue de turismo y de emociones. Las despedidas se fueron sucediendo y el grupo se fue reduciendo conforme iba llegando la salida de los medios de trasporte que cada uno habia elegido. Yo que quede el ultimo. Mi autobus salia de Santiago a las 9,30 de la noche y la ultima media hora la pase, solo, en la estacion de autobuses, con un vacio tremendo, pero con la satisfaccion de haber conseguido un sueño largamente meditado y las ganas de volver a ver a la familia. La familia, que importante es en estas ocasiones. Desde el comienzo, cuando plantee hacer el Camino, comprendieron que era algo mas que un deseo y me apoyaron a pesar de que ibamos a sacrificar las vacaciones familiares. No todas las familias son capaces de hacer algo asi. La mia, gracias a Santiago, si, y puedo decir que el Camino sirvio para unirnos un poco mas y para que ellos entraran en el "club de fans" de Santiago. Unos años despues realizamos una peregrinacion en coche desde Leon toda la familia de mi mujer, sus cuatro hermanas, con sus maridos e hijos que fue, para todos, una experiencia inolvidable.
Antes he comentado el guiño que, creo sinceramente, me hizo Santiago para encontrarme con Miguel. No fue el ultimo. En el viaje de vuelta, en el autobus, me paso algo para lo que aun hoy no tengo una explicacion. Saque mi billete de los primeros. Me toco destras del conductor, en la izquierda del autobus. Al poco de salir, ya de noche una muchacha, que iba con otra me pide por favor cambiar el asiento para asi ir ellas juntas, acepto y me coloco en la derecha del autobus, al lado de la ventanilla. El dia habia sido largo en emociones y apoye la cabeza en el cristal y me dispuse a dormir algo. Tarde, pero consegui dormirme. Y al rato un toc toc, el tipico ruido que se produce al tocar un cristal con los nudillos, me desperto. Al levantar la mirada supe donde estaba, sin duda. El castillo de Sarracino, iluminado, flotando en la oscuridad del monte. Inmediatamente mire hacia abajo y alli estaba, el pueblo, Vega de Valcarce y el refugio. La vision que yo habia deseado ver cuando, paseando por el pueblo, vi el gigantesco viaducto sobre el albergue. Y de repente una figura toma forma, fuera del autobus, recortada en la oscuridad del cielo. Era Santiago, vestido de peregrino. La imagen tipica y eso si con una sonrisa que no le cogia en la cara. Al rato se fue y yo alelalo, despierto, poco a poco reaccionando y dandome cuenta de la serie de circustancias favorables que se tuvieron que dar para que tuviera esa vision. Asi, el cambio de asiento, el ir en autobus, tan alto (En coche, y he pasado ya varias veces, no se ve nada mas que el castillo, pues el viaducto tiene un quitamiedos de hormigon muy alto) y sobretodo ue fue el primer dia que el autobus de linea pasaba por alli. La carretera nacional, la que pase desde Villafranca estaba en obras. Se estaban haciendo los accesos a Galicia por autovia y habia un follon indescriptible. El conductor me dijo que el habia sido el primer dia que pasaba por ahi. Despues por curiosidad llame a compania del autobus y me confirmaron que se habia cortado la carretera dos dias por voladuras y que habian habilitado un tramo de la autovia, aun en obras, para desviar el trafico. Asi paso y asi os lo cuento.
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