Comenzamos hoy a las 6,15 horas. De noche todavia y con un frio estepario que corta el cutis y de primer plato, el alto de la Pedraja con unas cuestas que pa que. Pero eso si, una etapa preciosa, con el camino adentrandose en unos bosques frondosos de pinos. Un lugar fuera del mundo, aislado y sombrio y alli tuvo lugar en el 36 una matanza de presos que trajeron desde Burgos y que un monumento recuerda. Tetrico. Y al lado, a unos pocos kilometros un lugar todo lo contrario. Uno de los hitos del camino y que mas me impresionaron, San Juan de Ortega. Lugar magico y con un hospitaleron de los que se recuerda. Miguel y yo hablamos con el, nos enseña el albergue y la iglesia y vemos el capitel al que un rayo de sol, en el solticio de verano, ilumina de una forma magica. En fin que nos empapamos de este lugar y al que volvi unos años despues para recordarlo mejor. Nos echamos algunas fotos. A Miguel se le rompe la maquina de estreno que llevaba y yo disfruto viendo el abside de la iglesia, de lo mas perfecto que he visto nunca.
A pocos kilometros pasamos junto a las excavaciones de Atapuerca, otro de los lugares miticos del Camino y emociona saber que por alli vivia gente desde hace miles de años. Miguel y yo decidimos no ver las excavaciones. Necesitariamos varias horas para verlas y no nos sobra el tiempo. Ademas asi tendre una excusa para volver.Pasada Atapuerca y tras una cuesta terrible, llegamos a una meseta con una cruz grande de madera rodeada de monticulos de piedras hechos por los peregrinos. Lugar magico y bonito.
En Cardeñuela comemos y una tortilla de patatas metida en un bollo recien hecho aun perdura en mi paladar. Que placer. Al salir se lo recomendamos a la alemana y a otros que vienen con ella, entre ellos el matrimonio de Liechtentein. Nos enteramos que Oscar el catalan se ha quedado en Villafranca. No ha podido seguir.
Se ven ya las torres de la catedral de Burgos, pero todavia tenemos que atravesar un poligono industrial gigantesco, largo, caotico, que se nos hace eterno. Pasamos junto a la catedral, con la fachada en reparacion, con una fea tapadera que le quita todo el atractivo. Por fin llegamos al albergue. Aparentemente buenos, pero al entrar nos damos cuenta de que estan saturados de gente. Estrechos, con un monton de literas que hacen que sea casi imposible moverse entre ellas y sobretodo cuando hay gente por medio. En fin no muy agradables para la estancia prolongada. Asi que salimos rapido para darnos una vuelta por Burgos y su maravilloso barrio antiguo. A la vuelta al albergue nos encontramos un grupo con el que habiamos coincidido antes, entre ellos una brasileña, que ante la pinta que llevaba, con los pantalones verdes y el chubasquero rojo, pues estaba lloviznado todo el rato, saco del macuto que llevaba un chubasquero negro, de profesional, con capa para la mochila y va y me lo regala. Era de un amigo suyo que el dia anterior se tuvo que ir lesionado. No veas que lujo de impermeable. A partir de entonces ya no le temi a la lluvia. Eso si, tenia un inconveniente, pesaba lo que no esta escrito. Pero merecio la pena.
El hospitalero nos recomienda un restaurante para cenar y alli fuimos todos. Nos sentaron con 4 ciclistas malagueños y fue una cena divertida y de cachondeo a cuenta de la posadera que tenia una mala folla que pa que. Ahi conozco al gallego con barba, ..como se llamaba?. Que cabeza la mia. Venia de Jaca y a partir de ahi nos lo encontramos mas veces.
Y ya a dormir. Hoy han sido 39,6 kilometros y con barro y estamos muy cansados. El ruido de la lluvia sobre los barracones nos reconforta y nos ayuda a dormir, pero al principio con claustrofobia por lo aglomerado que estaba el barracon.
A pocos kilometros pasamos junto a las excavaciones de Atapuerca, otro de los lugares miticos del Camino y emociona saber que por alli vivia gente desde hace miles de años. Miguel y yo decidimos no ver las excavaciones. Necesitariamos varias horas para verlas y no nos sobra el tiempo. Ademas asi tendre una excusa para volver.Pasada Atapuerca y tras una cuesta terrible, llegamos a una meseta con una cruz grande de madera rodeada de monticulos de piedras hechos por los peregrinos. Lugar magico y bonito.
En Cardeñuela comemos y una tortilla de patatas metida en un bollo recien hecho aun perdura en mi paladar. Que placer. Al salir se lo recomendamos a la alemana y a otros que vienen con ella, entre ellos el matrimonio de Liechtentein. Nos enteramos que Oscar el catalan se ha quedado en Villafranca. No ha podido seguir.
Se ven ya las torres de la catedral de Burgos, pero todavia tenemos que atravesar un poligono industrial gigantesco, largo, caotico, que se nos hace eterno. Pasamos junto a la catedral, con la fachada en reparacion, con una fea tapadera que le quita todo el atractivo. Por fin llegamos al albergue. Aparentemente buenos, pero al entrar nos damos cuenta de que estan saturados de gente. Estrechos, con un monton de literas que hacen que sea casi imposible moverse entre ellas y sobretodo cuando hay gente por medio. En fin no muy agradables para la estancia prolongada. Asi que salimos rapido para darnos una vuelta por Burgos y su maravilloso barrio antiguo. A la vuelta al albergue nos encontramos un grupo con el que habiamos coincidido antes, entre ellos una brasileña, que ante la pinta que llevaba, con los pantalones verdes y el chubasquero rojo, pues estaba lloviznado todo el rato, saco del macuto que llevaba un chubasquero negro, de profesional, con capa para la mochila y va y me lo regala. Era de un amigo suyo que el dia anterior se tuvo que ir lesionado. No veas que lujo de impermeable. A partir de entonces ya no le temi a la lluvia. Eso si, tenia un inconveniente, pesaba lo que no esta escrito. Pero merecio la pena.
El hospitalero nos recomienda un restaurante para cenar y alli fuimos todos. Nos sentaron con 4 ciclistas malagueños y fue una cena divertida y de cachondeo a cuenta de la posadera que tenia una mala folla que pa que. Ahi conozco al gallego con barba, ..como se llamaba?. Que cabeza la mia. Venia de Jaca y a partir de ahi nos lo encontramos mas veces.
Y ya a dormir. Hoy han sido 39,6 kilometros y con barro y estamos muy cansados. El ruido de la lluvia sobre los barracones nos reconforta y nos ayuda a dormir, pero al principio con claustrofobia por lo aglomerado que estaba el barracon.
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